jueves, 14 de marzo de 2013

Crónica


Lo que pude reconstruir hasta ahora

Karen, 17 años, atiende un kiosco, cruzando la plaza una cuadra de la comisaría. Está con una amiga. A las 4 de tarde hubo tremenda tormenta en Junín. La zona de Villa Belgrano se inundó. Karen y su amiga pasaron la tarde sacando agua del kiosco. Cerca de las 22, no hay luz en la calle.
Entra el ladrón encapuchado. Karen le da lo recaudado (¿cuánto puede ser de una tarde de inundación?) y saca una picana. ¿Por qué tiene una picana? Porque el dueño del  kiosco es policía y se la dio para que se defienda. Cuando el ladrón ve la picana le dispara, le da en el pecho. Karen cae, pero no está muerta.  Su amiga sale gritando a la vereda. El que pasa es Pajarola (un tonto o quizás un loco, seguro un puto, del barrio). Le pide que cruce la plaza y llame a la policía. Llama por celular a su madre que está a 10 cuadras. La mujer llega y la policía aún no llegó ¿por qué? Porque no le creyeron a Pajarola. Finalmente llegan, caminando. El ladrón escapó en moto, ya debe estar muy lejos.  La ambulancia también tarda, pero está más lejos.  Se llevan a Karen al hospital, donde ingresa al quirófano.
Mientras, se va congregando gente en el kiosco, frente a la plaza, a una cuadra de la comisaría. Llega el dueño del kiosco, desesperado. Mientras esperan noticias de Karen,  insulta a los policías: no sirven para nada, son coimeros, inútiles … él es de la científica, él le dio la picana a Karen.
A las 23, cuando hay muchos vecinos del barrio esperando novedades, cuando la noticia ya ha aparecido en algunos medios on line y por lo tanto circula en las redes sociales  (yo misma estaba conectada y fui viendo cada momento) llega la noticia de que Karen no resistió la operación, que ha muerto.
Los vecinos tardan menos que la policía en cruzar la plaza.  Con bronca y dolor reclaman lo único que les queda por reclamar: justicia. Convocan por las redes sociales a sumarse a ellos en la plaza.
Llegan el fiscal y el director de seguridad municipal. Varios de los testigos decían quien era el asesino, quien el que manejaba la moto. En un momento sale el fiscal  y la gente lo interpela. El tipo les dice: no me rompan las pelotas, no les voy a decir nada!. Dicen que tenía olor a alcohol, que venía de un asado. Yo no se, yo no estuve ahí. Como respuesta a esta bravuconada le prenden fuego el auto.  Aprovechando el impulso, prenden un patrullero, y los autos que están secuestrados en la puerta de la comisaría. Tiran piedras a la comisaría. Y destrozan la delegación municipal, que también está frente a la plaza. Desde más temprano convocaron para una marcha el domingo a las 20, en el mismo lugar.
El jueves anterior se había realizado una marcha por la seguridad. Había habido muchos robos, parece. Eso dicen los diarios locales de los últimos días. En la marcha del jueves hubo 200 personas. En la concentración del domingo había 3000. Yo no estaba: pedir seguridad junta gente con distintos intereses e inquietudes. Me da miedo terminar pidiendo mano dura.
Exactamente a las 20, hora de la convocatoria, un compañero puso en el twitter: tremendo, la policía está reprimiendo. Algunos estaban tirando piedras. La familia de un muchacho asesinado hace algún tiempo, un muchacho pobre, son los que levantaron las vallas, que supuestamente protegían la comisaría.  A mí me parece obvio, si la noche anterior  quemaron 4 autos. La comisaría es una ratonera: una esquina antigua, pequeña. Hay 10 efectivos adentro, abandonados a su suerte.
En la cuadra que separa el kiosco de la comisaría, estaban instalados los móviles de todos los canales nacionales. Bah, los canales de Buenos Aires.  Por uno de esos canales, veo las imágenes de la policía tirando balas de goma, y de la gente cada vez más enardecida. Una bala le da a un señor  que va de espaldas de la comisaría hablando por celular. El señor cae redondo al piso. Para esa altura ya habían cortado la luz de la plaza y de varias cuadras a la redonda. Voy a la plaza porque no quiero que me lo cuenten, quiero verlo. Nos acercamos por la calle oscura, y nos vamos cruzando gente que vuelve de la plaza. Pero no es que se van, van a seguir en la municipalidad.
Yo sigo hacia la plaza de villa. En la última cuadra hay muchas motos en la vereda. Hay una corrida, desalojan la plaza con gases lacrimógenos (otros dicen gas pimienta). Los viejos, las madres con bebés se van. Los pibes, los jóvenes, se quedan, vuelven. Se alejan y vuelven. Son muchos, muchos. Son más de 300. Se suben a las motos, dan una vuelta y vuelven.
En la esquina donde estamos cuatro chicos le tiran piedras a 5 policías que están a 50 metros. Nos vamos.
Cuando pasamos por la plaza 25 de mayo, hay mucha gente. Todo está tranquilo. Habían llegado todos los que iban caminando. Hasta que vieron llegar una horda en motos que con el mismo ímpetu que tenían en la plaza de villa, se arrojan sobre la municipalidad a romper todo.  Solo hay imágenes de aficionados, porque los móviles no alcanzaron a moverse de un lugar a otro. Incendiaron las oficinas de la esquina, parte de la biblioteca municipal, varias puertas y ventanas.
Durante el camino que recorrieron, fueron rompiendo las cámaras ¿cómo las rompieron? Con un palo largo, de 3 metros. Y cuando encontraron el centro de monitoreo, lo destrozaron.
A las 3 y media de la mañana llegaron refuerzos de la policía bonaerense.
De a poco fue volviendo la calma. 

domingo, 10 de marzo de 2013

La ciudad de la furia

"Si un muchacho está dispuesto a matar o a morir por cuatro pesos, es porque no le importa nada, y si hay muchos jóvenes a quienes nada les importa, resulta del todo absurdo culparlos solo a ellos. Se puede estar seguros de que la sociedad no es inocente". Esto lo decía Jorge Rivas hace unos días en una exposición sobre Seguridad Democrática.

En Junín han ocurrido en los últimos meses, varias muertes, casi todas de personas muy jóvenes. Esto ha ido generando un clima de angustia y malestar creciente. Ayer murió una niña de 17 años, por un robo en un kiosco. Ella trabajaba ahí. El kiosco está a una cuadra de la comisaría II. No había luz en las calles, porque unas horas antes hubo una fuerte tormenta en la ciudad.

Cuando Karen murió, mucho gente se concentró en la zona de la comisaría, la misma del kiosco. Destrozaron autos, la delegación municipal, arrojaron piedras a la policía.

Junín no es una gran metrópoli, es una ciudad mediana, de menos de 100.000 habitantes. Creo que es desde lo local que las políticas de inclusión se pueden llevar adelante con mayor probabilidad de éxito. Complementando los planes sociales nacionales. Es desde lo local que se puede llevar programas barriales de capacitación e inclusión en el trabajo. 

Las otras cuestiones que me parecen indispensables son, la democratización de la justicia, para que los ciudadanos se sientan más cerca y más seguros del poder judicial; el cumplimiento de las leyes existentes (por ejemplo, control de la proliferación de armas de fuego en manos de cualquiera). Y corregir falencias de la institución policial para tornarlas más eficientes, y hacer que el accionar policial sea creíble y confiable, sin sospechar todo el tiempo que la policía está haciendo negocios con el poder político o con los propios delincuentes.

En este momento, mientras la gente vuelve a manifestar su bronca, la policía provincial, reprime.