domingo, 10 de marzo de 2013

La ciudad de la furia

"Si un muchacho está dispuesto a matar o a morir por cuatro pesos, es porque no le importa nada, y si hay muchos jóvenes a quienes nada les importa, resulta del todo absurdo culparlos solo a ellos. Se puede estar seguros de que la sociedad no es inocente". Esto lo decía Jorge Rivas hace unos días en una exposición sobre Seguridad Democrática.

En Junín han ocurrido en los últimos meses, varias muertes, casi todas de personas muy jóvenes. Esto ha ido generando un clima de angustia y malestar creciente. Ayer murió una niña de 17 años, por un robo en un kiosco. Ella trabajaba ahí. El kiosco está a una cuadra de la comisaría II. No había luz en las calles, porque unas horas antes hubo una fuerte tormenta en la ciudad.

Cuando Karen murió, mucho gente se concentró en la zona de la comisaría, la misma del kiosco. Destrozaron autos, la delegación municipal, arrojaron piedras a la policía.

Junín no es una gran metrópoli, es una ciudad mediana, de menos de 100.000 habitantes. Creo que es desde lo local que las políticas de inclusión se pueden llevar adelante con mayor probabilidad de éxito. Complementando los planes sociales nacionales. Es desde lo local que se puede llevar programas barriales de capacitación e inclusión en el trabajo. 

Las otras cuestiones que me parecen indispensables son, la democratización de la justicia, para que los ciudadanos se sientan más cerca y más seguros del poder judicial; el cumplimiento de las leyes existentes (por ejemplo, control de la proliferación de armas de fuego en manos de cualquiera). Y corregir falencias de la institución policial para tornarlas más eficientes, y hacer que el accionar policial sea creíble y confiable, sin sospechar todo el tiempo que la policía está haciendo negocios con el poder político o con los propios delincuentes.

En este momento, mientras la gente vuelve a manifestar su bronca, la policía provincial, reprime.

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