Lo que pude reconstruir hasta ahora
Karen, 17 años, atiende un kiosco, cruzando la plaza una
cuadra de la comisaría. Está con una amiga. A las 4 de tarde hubo tremenda
tormenta en Junín. La zona de Villa Belgrano se inundó. Karen y su amiga
pasaron la tarde sacando agua del kiosco. Cerca de las 22, no hay luz en la
calle.
Entra el ladrón encapuchado. Karen le da lo recaudado
(¿cuánto puede ser de una tarde de inundación?) y saca una picana. ¿Por qué
tiene una picana? Porque el dueño del
kiosco es policía y se la dio para que se defienda. Cuando el ladrón ve
la picana le dispara, le da en el pecho. Karen cae, pero no está muerta. Su amiga sale gritando a la vereda. El que
pasa es Pajarola (un tonto o quizás un loco, seguro un puto, del barrio). Le
pide que cruce la plaza y llame a la policía. Llama por celular a su madre que
está a 10 cuadras. La mujer llega y la policía aún no llegó ¿por qué? Porque no
le creyeron a Pajarola. Finalmente llegan, caminando. El ladrón escapó en moto,
ya debe estar muy lejos. La ambulancia
también tarda, pero está más lejos. Se
llevan a Karen al hospital, donde ingresa al quirófano.
Mientras, se va congregando gente en el kiosco, frente a la
plaza, a una cuadra de la comisaría. Llega el dueño del kiosco, desesperado.
Mientras esperan noticias de Karen,
insulta a los policías: no sirven para nada, son coimeros, inútiles … él
es de la científica, él le dio la picana a Karen.
A las 23, cuando hay muchos vecinos del barrio esperando
novedades, cuando la noticia ya ha aparecido en algunos medios on line y por lo
tanto circula en las redes sociales (yo
misma estaba conectada y fui viendo cada momento) llega la noticia de que Karen
no resistió la operación, que ha muerto.
Los vecinos tardan menos que la policía en cruzar la
plaza. Con bronca y dolor reclaman lo
único que les queda por reclamar: justicia. Convocan por las redes sociales a
sumarse a ellos en la plaza.
Llegan el fiscal y el director de seguridad municipal.
Varios de los testigos decían quien era el asesino, quien el que manejaba la
moto. En un momento sale el fiscal y la
gente lo interpela. El tipo les dice: no me rompan las pelotas, no les voy a
decir nada!. Dicen que tenía olor a alcohol, que venía de un asado. Yo no se,
yo no estuve ahí. Como respuesta a esta bravuconada le prenden fuego el
auto. Aprovechando el impulso, prenden
un patrullero, y los autos que están secuestrados en la puerta de la comisaría.
Tiran piedras a la comisaría. Y destrozan la delegación municipal, que también
está frente a la plaza. Desde más temprano convocaron para una marcha el
domingo a las 20, en el mismo lugar.
El jueves anterior se había realizado una marcha por la
seguridad. Había habido muchos robos, parece. Eso dicen los diarios locales de
los últimos días. En la marcha del jueves hubo 200 personas. En la concentración
del domingo había 3000. Yo no estaba: pedir seguridad junta gente con distintos
intereses e inquietudes. Me da miedo terminar pidiendo mano dura.
Exactamente a las 20, hora de la convocatoria, un compañero
puso en el twitter: tremendo, la policía está reprimiendo. Algunos estaban
tirando piedras. La familia de un muchacho asesinado hace algún tiempo, un
muchacho pobre, son los que levantaron las vallas, que supuestamente protegían
la comisaría. A mí me parece obvio, si
la noche anterior quemaron 4 autos. La
comisaría es una ratonera: una esquina antigua, pequeña. Hay 10 efectivos
adentro, abandonados a su suerte.
En la cuadra que separa el kiosco de la comisaría, estaban
instalados los móviles de todos los canales nacionales. Bah, los canales de
Buenos Aires. Por uno de esos canales,
veo las imágenes de la policía tirando balas de goma, y de la gente cada vez
más enardecida. Una bala le da a un señor
que va de espaldas de la comisaría hablando por celular. El señor cae
redondo al piso. Para esa altura ya habían cortado la luz de la plaza y de
varias cuadras a la redonda. Voy a la plaza porque no quiero que me lo cuenten,
quiero verlo. Nos acercamos por la calle oscura, y nos vamos cruzando gente que
vuelve de la plaza. Pero no es que se van, van a seguir en la municipalidad.
Yo sigo hacia la plaza de villa. En la última cuadra hay
muchas motos en la vereda. Hay una corrida, desalojan la plaza con gases
lacrimógenos (otros dicen gas pimienta). Los viejos, las madres con bebés se
van. Los pibes, los jóvenes, se quedan, vuelven. Se alejan y vuelven. Son
muchos, muchos. Son más de 300. Se suben a las motos, dan una vuelta y vuelven.
En la esquina donde estamos cuatro chicos le tiran piedras a
5 policías que están a 50 metros. Nos vamos.
Cuando pasamos por la plaza 25 de mayo, hay mucha gente.
Todo está tranquilo. Habían llegado todos los que iban caminando. Hasta que
vieron llegar una horda en motos que con el mismo ímpetu que tenían en la plaza
de villa, se arrojan sobre la municipalidad a romper todo. Solo hay imágenes de aficionados, porque los
móviles no alcanzaron a moverse de un lugar a otro. Incendiaron las oficinas de
la esquina, parte de la biblioteca municipal, varias puertas y ventanas.
Durante el camino que recorrieron, fueron rompiendo las cámaras
¿cómo las rompieron? Con un palo largo, de 3 metros. Y cuando encontraron el
centro de monitoreo, lo destrozaron.
A las 3 y media de la mañana llegaron refuerzos de la
policía bonaerense.
De a poco fue volviendo la calma.
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