viernes, 23 de agosto de 2013

Dos mujeres, pocas mujeres



 Publicado en la revista La Unidad Nro 10/2013


En Chile, dos mujeres compiten por la presidencia. Esa parece ser la noticia. Aunque los caminos de cada una para llegar hasta ahí, y principalmente sus ideas, son bien diferentes.
El liderazgo de Michelle Bachelet en la Nueva Mayoría es indiscutido desde la culminación de su mandato anterior. Un mandato en el que había logrado mantener una muy buena imagen y que la ubicaba en un lugar de privilegio, con posibilidades de volver a postularse y recuperar el gobierno, una vez que Sebastián Piñera terminara su presidencia.
A partir de mayo de 2013, cuando se resolvió la candidatura de Bachelet, el apoyo que fue recibiendo no hizo más que consolidarse, con una muestra clara de ello en la histórica participación de los ciudadanos en las elecciones primarias. Casi tres millones de personas participaron de una elección en la que Nueva Mayoría duplicó los votos de la coalición gobernante, y Bachelet logró vencer con más del 70% de los votos.
La historia de la candidatura de Evelyn Matthei ha recorrido vías distintas. Luego de varios traspiés en la definición del candidato que representaría a la alianza de gobierno en las elecciones de noviembre, y de la victoria de Pablo Longueiras en las primarias; el candidato triunfante  renunció. En un marco de mucha confusión, la derecha resolvió postular a una mujer, con la expectativa de que compitiera en mejores condiciones con Bachelet, y con el objetivo, según reconocieron en su partido, de licuar la ventaja de la ex presidenta por ser mujer.
A partir de esta postulación, basada en una primera y básica simetría de género, con cierto facilismo se comenzaron a establecer otras similitudes que pretenden construir un imaginario opaco: ambas tienen aproximadamente la misma edad, sus padres fueron generales de la Fuerza Aérea (aunque con historias y destinos diferentes) y se conocen desde chicas, entre otras “coincidencias”.
En un escenario en el que una candidata consolidada se enfrentaba a un manto de confusión, peleas y depresiones, la alianza gobernante logró instalar su estrategia al posicionar la campaña presidencial como una competencia entre mujeres, idea que  rápidamente tuvo amplia acogida en los medios de comunicación.
Pero, ¿cuál es la novedad? ¿Por qué, al menos en el terreno discursivo, esta estrategia ha causado efecto? Presentar la candidatura de dos mujeres como novedad pretende resaltar la excepción, porque dos mujeres son aún pocas mujeres.
Las primeras declaraciones de Bachelet posteriores la postulación de Matthei tuvieron como meta romper esa idea, establecer la distancia que la separaba de su contrincante. "No se trata de una campaña entre dos mujeres. Se trata de una campaña de proyectos políticos distintos de país. Una campaña que yo represento y que es el cambio, y otra que representa la continuidad de las políticas de este gobierno", afirmó Bachelet en La Cisterna en agosto de este año.
Mas allá de los buenos resultados aparentes, esta situación no pone en riesgo las chances de Bachelet, que le hace frente rompiendo la ilusión de similitud de la cual la derecha vampira pretende chupar rédito. Apuesta a la discusión de ideas, manteniendo los tres ejes anunciados en la primera etapa en el marco de las elecciones primarias: la reforma educacional, la reforma tributaria y la nueva Constitución; cambios estructurales ante los cuales Matthei se ubica a cientos de kilómetros de distancia.
Pero también es cierto que la campaña de dos mujeres por la presidencia pone en juego otras cuestiones que pueden significar una verdadera oportunidad que ninguna mujer que esté en la política puede desoír. Aunque el padrón electoral femenino constituye el 53%, en Chile, las mujeres ocupan sólo el 12,7% de los lugares de representación popular. La razón de esto radica en que el país vecino aún no tiene una Ley de cuotas (o cupos), a pesar de que a lo largo de los años se han presentado varios proyectos, y de contar con el apoyo explícito de Michelle Bachelet durante su presidencia.
Sin embargo, sí han avanzado por otro camino. A partir de este año, al interior de su organización, el Partido Socialista de Chile ha establecido un sistema de representación paritaria. En esta materia, los países nórdicos son quienes más resultados han logrado mediante modificaciones al interior de los partidos políticos, logrando una representación parlamentaria de más del 40%. También la Argentina es un buen ejemplo de acciones para visibilizar a las mujeres en los ámbitos políticos, cuya Ley de cuotas fue la primera norma de esa naturaleza en ser aprobada en América Latina, en el año 1991.
Con el triunfo de Michelle Bachelet en noviembre, su presidencia se sumará a las de las otras mujeres que están gobernando en América Latina: Cristina Fernández, Dilma Rouseff, Laura Chinchilla… Cuantas más sean, más difícil será sostener que se trata de una excepción. Cuantas más compitan por lugares ejecutivos o legislativos, más difícil será creer que hay unas pocas con capacidad, vocación o formación suficientes. Cuantas más juguemos el juego todos los días, en todos los niveles, más igualitarias serán las reglas, más claras, más “naturales”. Más excepcionales las discriminaciones, más innecesarias las acciones positivas, como las leyes de cuotas o cupos. Más invisibles las cuestiones de género, más claras las diferencias de ideas.

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