jueves, 28 de abril de 2011

El tipo

No fui una militante de los setenta, porque no me dio la edad.
Nunca fui una chica que rompiera vidrios y robara gallinas (o las tomara ...); fui una niña educada, prolija y poco audaz. Fui una adolescente pacata.
Me había enamorada de la política en el 83.
Mi familia fue, por todos lados, antiperonista.
Siempre tuve un discurso racional, institucionalista, cuidadoso.

No parecía haber nada en común con ese tipo que llego del sur (el hombre de las nieves le decía) a ser presidente casi a falta de otra cosa. Cuando parecía que se nos habían acabado todos los cartuchos.
Ese día, cuando juró y se metió entre la gente, y se lastimó la cabeza con una cámara ... estaba tan contento! trasmitía su alegría. Y uno no sabía muy bien de qué podía alegrarse.

Ese tipo, que después me hacía reír, pero ya con complicidad cuando decía: Nosotros somos el amor!, cosa que jamás se me hubiera ocurrido decir a mí. Que me había puesto de su lado mostrando que era el único lado del que valía la pena estar, ese tipo me volvió a enamorar, como a tantos. Como a los pibes que salieron a llorarlo a las calles.

Estuve en la plaza un rato nada más, hace seis meses. No pude entrar a despedirlo, no pude.
Lo despido ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario